A Michaela le resultaba imposible retomar sus actividades sociales con normalidad ya que le incomodaba sobremanera que Ignacio no diera indicios de querer regresar, no había vuelto a hablar con él desde que la despidió en el aeropuerto de Roma, sin embargo, sí llamaba con regularidad a su oficina preguntando por él y exhalaba el aire ruidosamente cuando le decían que estaba de viaje.

Ya tenía un plan y su disposición a ejecutarlo se hacía más firme con el pasar de los días, así que cuando le volvieron a decir: “El señor Remington se encuentra de viaje.” Enseguida llamó a su nuera y le anunció que iba en camino a su casa para hablar algo sumamente importante y delicado.

–Hola suegrita, ¿cómo está? –saludó al abrirle la puerta.

–Estoy furiosa –respondió cruzando el umbral–, Ignacio todavía no se ha dignado a llamarme, tampoco anuncia su regreso así que ya me cansé, voy a actuar, resolveré esto de una vez por todas y tú vas a ayudarme.

–¿Qué debo hacer