Todos los presentes que conocían a Tiberius y su forma de ser habían soltado la risa en el instante en que Raffaella le puso como condición disfrutar de su ceremonia de boda desde el principio hasta el fin, fue realmente gracioso para todos ellos verlo doblegarse ante la mujer que en pocos minutos se convertiría en su esposa.
Porque ciertamente, el arrogante, magnético, poderoso e inalcanzable CEO y copropietario de Empresas Wellington había sido irremediablemente conquistado por Raffaella Novelli.
Una mujer que, cuando Tiberius la conoció cualquiera habría apostado que no sería ni de cerca atractiva para él, por sus ropas extralargas y holgadas, sus gafas de gruesa montura negra, su cabello siempre recogido en una especie de moño, sin maquillaje, pero no lo necesitaba ya que su belleza era natural y serena.
Sin embargo, los cambios que ella había adoptado habían sido precisos, sus trajes ahora se adaptaban a su figura sin exagerar, como el vestido que lucía ese día, un corte sencillo