Cuando Evana y Sergio regresaron a la posada, encontraron que tío y sobrinos habían armado una especie de carpa con sábanas y los tres estaban rendidos sobre la alfombra cubierta de almohadones, los dos sonrieron y no perturbaron el sueño de Tiberius ni de sus hijos.
–Estoy segura de que Tiberius sería un gran padre –comentó Evana al entrar a su habitación–, lo ha sido con los gemelos desde su nacimiento.
–Me duele porque debí haber sido yo desde que estaban en tu vientre y esa culpa creo que nunca desaparecerá, pero me alegra muchísimo que no hayas estado del todo sola y que mis hijos hayan tenido un excelente modelo a seguir.
–Te pido que no te sientas mal porque ellos muchas veces tratan de imitarlo, pero absorbieron mucho de él.
–Lo sé, lo he notado, te digo con total sinceridad que no me molesta en absoluto, Tiberius es un buen ejemplo de hombre con valores, con carácter y con una férrea voluntad de ser mejor cada día.
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