Al día siguiente
Mayte abrió los ojos con un leve dolor en las sienes.
Una resaca ligera aún le pesaba en la cabeza, como si los recuerdos de la noche anterior no quisieran soltarla del todo.
Cerró los ojos un instante, respirando hondo.
Todo volvió a su mente en oleadas: la confrontación, las palabras dichas, la forma en que se había defendido de Martín.
Y aunque su cuerpo temblaba de cansancio, una sonrisa apareció en sus labios.
Había recuperado un pedazo de su dignidad.
Pero la sonrisa pronto se borró. Recordó su promesa. Había jurado casarse con Manuel Montalbán
. Su corazón latió con fuerza, acelerado, como si estuviera a punto de precipitarse a un abismo del que no habría retorno.
El silencio de la habitación fue interrumpido por un sonido.
El teléfono vibró sobre la mesita de noche. Mayte se incorporó de golpe y lo tomó con manos temblorosas. Al leer el mensaje, su respiración se cortó.
"Te veo en el club hípico."
Era él.
Recordó enseguida lo que significaba ese día.
El campeon