Capítulo: El Último Aliento de la Bruja
La plaza estaba colmada. El murmullo era apenas un aliento contenido, como si hasta el viento hubiese decidido guardar silencio. La tensión era densa, vibrante, como un campo de energía flotando sobre cada cuerpo presente. Las piedras, milenarias, parecían recordar. El eco de sentencias antiguas se sentía en los muros, en la mirada grave de los ancianos, en los rugidos contenidos de los lobos apostados en círculo. Esta vez, no habría injusticia. Esta vez, Nayara no sería víctima.
El círculo fue trazado con sangre de lobo. Un ritual tan antiguo como las primeras Lunas. El duelo no sería simple castigo. Sería sagrado. Irrevocable. Final.
Lidia fue conducida hasta el centro. Caminaba con los pies descalzos, el cabello enmarañado y esa sonrisa torcida que se aferraba a su rostro como último símbolo de poder. Aún sabiendo que estaba perdida, no cedía. Seguía venenosa. Seguía siendo ella.
Del otro extremo apareció Nayara.
Vestía una túnica negra,