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30: LO QUE LA VERDAD NO PUDO OCULTAR

CAPÍTULO: LO QUE LA VERDAD NO PUDO OCULTAR

El silencio era absoluto en la plaza de la manada Fuego de Luna.

No porque no hubiese voces, sino porque el alma de la manada entera estaba suspendida. Como si el aire mismo supiera que algo estaba a punto de romperse... o de renacer.Nadie lo sabía ,todos estaban ahí sin moverse,todos menos Nayara y Khael Lorentz que ya se iban .

La plaza central de la manada Fuego de Luna, esa que tantas veces había sido testigo de celebraciones y rituales, ahora era un altar improvisado de confesiones y culpas. El sol de la tarde se filtraba entre las nubes, dejando una luz difusa, como si hasta la Luna, diosa de todas las lobas, estuviera conteniendo el aliento.

Aldric estaba de pie. Su figura, antaño erguida y dominante, ahora apenas se sostenía sobre unas piernas temblorosas y su cara golpeada por su hijo . Frente a él, el Consejo, su hijo Gael, y detrás de ellos, toda la manada reunida en un manto de expectación y juicio silencioso.

—No recuerdo cómo ll
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