El perdón es completamente relativo. En ocasiones, nuestra boca puede emitir un perdón, pero el corazón, que es realmente importante, guarda resentimientos.
En mi caso, ya estaba cansada de las constantes llamadas de Saúl, de sus súplicas vacías y de todo lo que implicaba su presencia en mi vida.
Estaba dispuesta a dejarlo atrás, a retomar mi vida con Max, quien realmente me valoraba y comprendía cada una de mis luchas y tormentos, pero mi ex marido aparecía en mi departamento a cualquier hora y la impotencia y la frustración me mantenían lamentándome de haberme casado con él.
Aquella tarde decidí enfrentarlo, no quería que Max se sintiera incómodo con esos extraños encuentros y, al verlo, mientras salía de mi consultorio, detuve el paso y lo encaré seriamente.
- ¿Qué quieres realmente Saúl? - pregunté con molestia.
- Solo hablarte, explicar...
- La traición no tiene explicación y más cuando te he visto. Además... - dije con reticencia - ya eso no me importa, estoy tratan