El sol caía con fuerza sobre los ventanales del edificio de Force Corporation. Afuera, una multitud de periodistas y fotógrafos se amontonaba con cámaras, micrófonos y preguntas que volaban como cuchillos.
—¡Nathan! ¿Es cierto que Logan Smith vive con usted ahota?
—¿Va a renunciar al cargo de CEO tras el escándalo?
—¿Qué más tiene que decir sobre la traición a su prometida, Nara Smith? — Nathan avanzó sin responder a ninguno. Llevaba el abrigo sobre el brazo, el rostro imperturbable, el paso firme de quien ya no tiene nada que perder. Un par de guardias abrieron paso hasta el ascensor, y cuando las puertas se cerraron, el ruido quedó atrás.
El silencio metálico del ascensor solo lo acompañaba su respiración tranquila y una mirada que reflejaba cansancio, pero también resolución.
Al llegar al piso 27, Collins, lo recibió con nerviosismo.
—Señor Force… —dijo, bajando la voz—. Lo están esperando en su oficina.
Nathan arqueó una ceja, dejó el maletín sobre una mesa auxiliar y caminó hac