La luz que entraba por los ventanales del edificio Force Corporation caía sobre los pisos de mármol como una línea de fuego. El sonido de los tacones, las voces apresuradas y los teléfonos sonando marcaban el inicio de otra jornada. Logan, como siempre, llegó puntual. Vestía una chaqueta de cuero negra, de esas que Nathan solía decir que parecían hechas para él. Llevaba el cabello algo despeinado, lo justo para mantener ese aire rebelde que tanto fascinaba a las cámaras.
Subió por el ascensor hasta el último piso, el espacio exclusivo donde solo el personal de confianza de Nathan Force podía entrar. Cuando llegó, la asistente le indicó con un gesto que Nathan aún no había llegado a la sala principal, así que Logan caminó directo hacia la oficina.
Empujó suavemente la puerta de cristal. Todo estaba ordenado, aunque el aire tenía ese aroma a perfume caro y cuero recién trabajado que lo envolvía todo. Sobre el escritorio, decenas de bocetos extendidos mostraban chaquetas, pantalones, bot