98. Girasoles
Rune Montenegro
En el hospital, reinaba un silencio abrumador, solo roto por el constante sonido suave del monitor que vigilaba el pulso de Eloise. Con los ojos cerrados y el semblante sereno, la fuerza de su respiración me hacía consciente de su vulnerabilidad en ese instante. Me senté junto a su cama, aferrando su mano entre las mías, deseando que pudiera sentir la calidez de mi apoyo. Cada latido que escuchaba en la máquina me recordaba lo que había perdido y todo lo que era culpa mía.
Nunca debí haberme involucrado en ese mundo. Si no hubiese pertenecido a la mafia y no se hubiese visto tan involucrada en ese mundo, Eloise estaría en una situación mejor. Se merecía algo mejor, algo lleno de alegría y emocionantes experiencias, no lo que le tocó vivir. A veces creía que el peso de mi culpa podría aplastarme, pero al final me di cuenta que habia aplastado algo que amaba con todo mi corazon.
—Lo siento tanto, Eloise —murmuré, mi voz temblorosa mientras miraba su rostro sereno—.