LÍA
Haberme comido a mi jefe, no había estado en mis planes, mucho menos en uno donde iba a terminar siendo una esposa falsa, con un sexi y carismático hombre, con un miemb**ro enorme, y que lo sabía utilizar muy bien debajo de las sábanas. Madre mía, me había dormido entre sus brazos pensando cuándo sería la próxima vez que me tocaría.
Porque sí, lo quería dentro de mí de nuevo.
La habitación se volvió nuestro refugio, una burbuja de calor y deseo, donde las paredes parecían derretirse alrededor de nosotros. Dalton estaba ahí, tan cerca, tan real, tan diferente a cualquier hombre que hubiera conocido. Mis antiguas experiencias habían sido todo menos placenteras como él.
Por lo general, los chicos con los que había estado, me besaban con torpeza y se apresuraban a quitarme la ropa antes de met**erla. Un par de embestidas y llegaban. Con Dalton el se**xo era otra cosa de un nivel diferente.
Él trataba de conectar desde lo más profundo de su ser. Ese jugueteo sensual y esa manera de