Daniel la apretó contra su pecho durante un segundo y la soltó, colocando una sonrisa más animada en su boca y lanzándose sobre uno de los sofás.
—Tonterías, eso es porque vives preocupada de los demás. ¿Qué de malo puede pasar?, ¿qué de malo puede pasar cuando estás conmigo y yo estoy contigo?
Los ojos de Serena se iluminaron y una sonrisa chispeó en sus labios, seguida de una risa ilusionada y un semblante inyectado de más seguridad y confianza
—Tienes razón, voy a pensar positivo y así atraeré cosas positivas. Tarde o temprano, lo aceptarán y estarán de acuerdo.
—Ya ves, deja de matarte el cerebro y ven acá.
Dio dos palmadas sobre sus piernas y él caminó rápidamente, riéndose y sentándose en sus piernas, colocando sus brazos alrededor de su cuello de inmediato. Sus ojos se encontraron otra vez y la sensación de tener avispas picoteándole el estómago regresó, mientras una sonrisa le abría los labios, que empezaban a buscar los suyos.
—¿En qué estábamos?
Una risa cruzó sus labios, su