—Pero si la familia se entera…
—No hablará, Serena, no hablará. Además, debería agradecer que no lo maté allí mismo. Mira que venir con esos dos papeles de cine y decirte todas esas estupideces. Debiste haber visto la cara que puso semejante imbécil.
Dejó el último de los platos y se volteó, caminando hacia ella para tomarle del brazo y tirar de su cuerpo hasta aproximarla todo lo posible al suyo, sintiendo la calidez de su aliento acariciar su rostro y sus brillantes ojos mirarle con inquietud.
—Ya deja de preocuparte y ven y bésame de una vez.
Sus labios se entrelazaron con los suyos y logró saborear su calidez y sentir la suavidad y dulzura de su boca, que siempre removía algo en su interior y le calaba los nervios.
Su cuerpo, sus labios, su boca siempre serían su lugar favorito para estar; incluso aunque intentara luchar contra eso. En realidad, era inútil luchar contra eso, porque era más fuerte que un maremoto y un terremoto juntos.
Se separó y la vio descender la cabeza y sonre