Serena asintió, agradecida por la ayuda de Daniel. Sin embargo, no pudo evitar notar la melancolía en su voz y en su mirada. Algo no estaba bien, y ella lo sabía. A medida que caminaban de regreso a casa, Serena decidió abordar el tema que estaba pesando en su mente.
—Daniel, ¿estás bien? —preguntó con suavidad, colocando una mano en su hombro.
Daniel miró a Serena, su expresión cambiando ligeramente mientras reflexionaba sobre la pregunta de su prima. Después de un momento de silencio, suspiró y negó.
Ella no tenia por que saber lo que planeaba.
Al llegar a casa, se percató que la molesta de su hermana ya no estaba allí. Lanzó las bolsas sobre la mesa de la cocina y se sentó en una de las sillas, observando como Serena empezaba a sacar las cosas de las compras.
Daniel la observó otros segundos más antes de no soportar la distancia y lanzarse hacia ella, rodeando su cintura con sus brazos y hundir su rostro en su cuello, besando y mordiendo un punto en concreto para luego girarla y to