Daniel soltó un suspiro de resignación, sintiendo cómo la tensión comenzaba a acumularse en sus hombros.
—No sé de qué hablas, yo y Serena somos buenos amigos. —Daniel trató de convencerla, pero Emily no parecía querer ceder.
—No creo que a mamá le agrade si quiera que sean buenos amigos. Además, no capto por que eres así, ¿es que acaso te molesta mi felicidad?
Daniel la miró serio, apretó la mandíbula y se giró hacia ella, enfrentándola con su áspera mirada.
—Escúchame bien, hermanita, por que no voy a volver a repetirlo. —Hizo una pausa y luego continuó—. No es mi problema que tu noviecito sea un pobre maricón que tenga que estarle dando quejas a una tipa sin neuronas como tú.
Emily abrió grande sus ojos, se puso de pie dando el grito al cielo.
—Y yo no entiendo que te ven todas, si eres un cerdo asqueroso, que solo busca fallártelas. No tienes nada de guapo y te comportas como un maldito patán…
Emily creyó que había pegado en el ego de su hermano, sin embargo, cuando Daniel miró de