Daniel siguió con su labor, saboreando y deleitándose con cada gemido de su dulce prima. Serena apretó sus ojos mientras se mordía el labio, sintiendo como Daniel lamía sus pezones de forma más rápida. Haciendo que arqueara la espalda.
El chico rio sobre el acto, ahora sabía que la tenía a su merced. Serena deseaba esto tanto como él lo había hecho por semanas. Ella apretó la sabana de la cama entre sus puños y sus gemidos se hicieron cada vez más fuertes, sentía que en cualquier momento podría explotar.
—Shhh, nena. Haz silencio o podrían escucharnos. —Daniel musitó y Serena apretó sus labios, creía que le pedía algo imposible, estaba muy excitada.
Daniel se inclinó un poco hacia atrás y se quitó la camisa con rapidez, volvió a descender su boca, trazando un camino de besos del pecho de Serena hasta llegar al ombligo, donde pasó su lengua sin reparo mientras sentía como el cuerpo de su prima se removía, aferrándose a la sábana, como si no pudiera tolerarlo más.
Su boca volvió a recla