—Yo… quiero… hacer lo mismo que… hiciste por mí. —Las palabras de la chica salieron entrecortadas por el beso, pero apenas Daniel reaccionó, la miró con sus ojos brillantes.
Nunca creyó que su prima tuviera esa iniciativa, pero ya estaba deseando que Serena probara su pene duro.
Daniel se hincó sobre la cama, dejando ver el bulto que escondían sus pantalones. Serena tragó grueso, dándose cuenta de que era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Los ojos de su primo estaban llenos de lujuria, parecía que ya no existía el pudor al encontrarse totalmente desnuda ante él.
—Vamos nena, no ves que me estas matando. —Daniel dijo ante el titubeo de su prima. Serena tragó saliva y con sus manos temblorosas comenzó a quitarle el cinturón de los pantalones.
Sus movimientos eran torpes, pero Daniel se estaba deleitando con la bella Serena tratando de ser complaciente con él. Quería ser buena, como él había sido con ella, y aunque no sabía ni siquiera que era lo que iba hacer, trataría de hacer lo me