—¿Qué? ¿Se trata de ella? Lo que hace el alcohol...
—¡Rayando el sol, desesperación! ¡Es más fácil llegar al sol que a tu corazón, joder! ¡Ven a mí, no me dejes aquí! ¡Perdóname, Serena, perdóname! ¡Voy a seguir cantando hasta que me hagas caso y vengas acá a mi lado!
Los ojos de Serena se abrieron totalmente y sus pulmones se detuvieron, sintiendo cómo la hermana de Daniel abría la ventana con urgencia y lo atrapaba por los hombros,. casi empujándolo hacia el cristal.
—Anda, ven acá, dile que le amas y que le vas a dar muchos hijos, pero que cierre la boca o llamo a la policía. Díselo, ¿qué esperas? la zarandeó, pero no obtuvo más respuesta que el sonido de la voz de Daniel —Aunque creo que verlo encerrado no daría tanta risa, tal vez, ¿deberíamos grabarlo y dejarlo en la calle el resto de la noche?
Serena negó rápidamente con la cabeza y abrió sus empalidecidos labios
—Hace demasiado frío afuera y Daniel puede tomar un resfriado. Además, no se encuentra bien y puede tropezarse en la