Christina se fue a la oficina, mientras pasaban las horas Santiago, Estaba deseoso, sabía que ella jadeaba de forma inconexa cuando le abría las piernas y se perdía ahí, en ese paraíso con sabor a ambrosía. Le fascinaba constatar la suavidad de aquella piel siempre perfectamente depilada, le gustaba besar esos labios primorosos, justo como besaba los de su boca, para luego lamerlos con profusa saliva y succionar con ímpetu de hacerla gritar de placer.
Contaba las horas para que llegara de trabajar. Le había escrito un mensaje preguntándole si
ya había dejado de menstruar y esta le respondió que sí, que se lo había preguntado el día anterior por la mañana y le había respondido afirmativamente. Hizo memoria confirmando la información, esa noche estaba tan cansado que, a pesar de las ganas, no fue a verla, había llegado mercancía nueva por la época decembrina, por lo que encargarse de todo eso lo agotó.
Al verla llegar a su oficina, se sonrió de inmediato, ella venía sudada de tanto peda