Le soltó las manos, para poder apretarle la carne de los glúteos, satisfaciendo así su tacto con aquella deliciosa piel. Santiago la hizo girar, agachándose detrás de ella, le levantó el vestido, para sorprenderse gratamente por la diminuta pieza que envolvía el bonito culo de su novia. Lo amasó y luego lo mordió, haciéndola gemir más alto. Cuando estuvo satisfecho, se levantó de golpe, colocándole la erección justo ahí, en donde acababa de propinar tantas atenciones, para después acariciar con las manos bien abiertas el abdomen, deslizándolas hacia arriba, hasta acunar los pechos, apretándolos con desespero indelicado.
-Estás bellísima -susurró a su oído -Me encanta como te ves de rojo, muy sexy, rica, rica.
-Cielo, no deberíamos... nos esperan -dijo Christina siendo poco convincente, dejando caer la cabeza sobre su hombro, buscándole la boca.
-El sexo no deberíamos...¿Acaso no es el mejor? -Volvió a besarla -A ver, hagamos
algo, decide tú, lo que digan tus labios.
-Entonces no -dijo