Le fascinó escucharla así. Se la puso más dura, así que, tomándola por las caderas se impulsó con fuerzas contra ella. Jalándole el cabello, hundiéndole la cintura hacia abajo, buscando el ángulo en donde se le estimulaba todo el miembro, bañándose con el preciado elixir que lo hacía resbalar adentro y afuera insistentemente, dejándose llevar, buscando su propio placer.
La sostuvo con ambas manos, queriendo dejar huella del vigor del embiste. La atrajo hacia él una y otra vez, penetrándola con solidez, disfrutando del acople tan perfecto de sus anatomías. Excitándose con los sonidos que desprendían por el golpeteo reiterado de su pelvis contra el trasero de ella, su propia respiración trabajosa y los más sublimes gemidos que Christina le entregaba jadeante. Enterró los dedos en el cabello haciendo un puño, para obligarla a erguirse, para morderle el hombro de nuevo.
-Aghs -se quejó -No seas bruto.
-¿No? -dijo penetrándola con más fuerza.
-Para, voy a llorar...
-No, yo quiero que llore