―¿Quieres comer conmigo? Aunque te advierto, nada demasiado interesante, probablemente un pan relleno con jamón y queso amarillo.
―Eso estaría bien, pero no quiero que lo hagas por compromiso o algo por el estilo. No
tienes que hacerlo en reciprocidad de nada, si no es tu gusto.
―¿Qué se supone? ¿Que deje ir a un hombre que cambia bombillas y arregla grifos con
hambre? —dijo Christina imitando su sutil coqueteo con una sonrisa en los labios.
Santiago le sonrió de vuelta y asintió aceptando la invitación. Se llevó la mano al cabello
para peinarlo de atrás hacia adelante, un gesto que solo hacia cuando estaba ansioso y que ella encontró de lo más atractivo.
―acercándose a ella—. ¿En qué te ayudo?
―Tu vas a tomar, asiento en la barra, por favor y solo dedíquese a mirar.
―De acuerdo solo te miraré ―acordó en tono sugerente.
Christina lo miró levantando una ceja con expresión circunspecta, en respuesta a ese obvio
coqueteo. Con un cuchillo de sierra, rebanó la hogaza de pan, la untó con ma