Dilan Pablo le explicó que era preciso que empezara a sexualizarse a sí misma, reconociéndose como un ser pasional, erótico, sexual, que merecía sentir placer. Para el médico, este era un derecho fundamental del ser humano y uno que ella no se podía seguir negando.
También le habló sobre la necesidad de reeducar sus sentidos: su mirar, su oído, su olfato, su tacto, su gusto, en pro de erotizarlos. Le comentó que debía tener como prioridad conocerse a sí misma y sus deseos sexuales. Le explicó que no podía pensar en la masturbación, como algo que solo podía hacer si estaba en pareja o como algo innecesario y mucho menos, hacerlo de manera mecánica. La masturbación era un momento para conectar consigo misma y su pensamiento erótico, por lo que debía dejar de imaginar escenas en donde los protagonistas fueran otras personas, al menos, mientras estuviese dentro de un tratamiento terapéutico.
-Tu fantasía sexual tienes que ser tú misma -argumentó enfático.
Dilan Pablo comprendió que Christ