Capítulo: A Corazón Abierto
La luz blanca del hospital no alcanzaba a calmar el temblor que se le había instalado en el pecho a Fabián.
No sabía cómo había llegado hasta allí, ni cómo había estacionado, ni siquiera si había traído consigo los papeles que Lilian le había pedido. Solo recordaba el llamado. Las palabras entrecortadas. El “tu hija está internada” que lo partió al medio. El miedo le había nublado la vista. El corazón se le había ido a los pies. Y ahora… estaba frente a una imagen que jamás habría imaginado.
Stephen.
Tirado contra la pared como un animal herido, las manos en la cara, los hombros sacudidos por un llanto que ya no se molestaba en esconder.
Fabián no lo pensó. El instinto le ganó al razonamiento.
—¿Qué le hiciste? ¡Yo te mato! —rugió, avanzando un paso, como si las palabras fueran puños.
Stephen alzó la cabeza. Tenía los ojos inyectados, la barba crecida, la piel vencida. No era el médico brillante ni el joven encantador. No era el hombre que soña