Está historia de Joselin y Stephen está llegando a su fin .Gracias a todos por su apoyo .A los que llegaron hasta aquí ,no tengo palabras para agradecerles . Los quiero Alicia Books
Capítulo:El Camino de la Esperanza La vida empezaba a acomodarse. Después de tantas tormentas, los días se llenaban de una calma dulce. Mateo y Paula tuvieron que regresar a Uruguay. Entre abrazos y promesas, se despidieron de Stephen y Joselín con la certeza de que volverían pronto, tal vez para la boda que todos soñaban pero que aún no tenía fecha. No importaba cuándo. No se la perderían. —¡Nos vemos para la boda, o para cuando el baby nazca! —bromeó Paula, abrazando con fuerza a Joselín, que sonreía radiante. También Elionor y Sergio, felices con su propio bebé, mandaban mensajes de cariño cada día. La familia crecía. La vida avanzaba. Stephen se ocupaba de que Joselín no se quedara sola en ningún momento. Había aceptado turnos cortos en el hospital, pidió licencias reducidas y sus compañeros, sabiendo todo lo que había pasado, se solidarizaron sin dudar. Fabián, sin embargo, guardaba un secreto. Un problema de salud había aparecido en los últimos chequeos. Nada grave
Capítulo:Promesas Entre Padres e HijasLa tarde caía mansa sobre Alicante.El cielo, teñido de naranjas y lilas, parecía pintar un cuadro de paz.Pero en el pecho de Joselín, el silencio era un tambor inquieto.Después de volver de los análisis, no había podido quitarse de la cabeza aquella frase suelta, aquella alarma accidental que había escuchado de las enfermeras."Complicado..."Stephen había intentado distraerla, había hecho bromas, le había preparado té... pero ella lo conocía demasiado bien.Y sabía que había algo que su padre no quería decirle.Esa noche, ya en casa, mientras Lilian preparaba la cena y Stephen leía unas hojas médicas en la sala, Joselín encontró el momento.Con paso decidido, se acercó al escritorio donde Fabián estaba revisando unos papeles.—¿Papá? —preguntó, con esa voz suya que siempre había sido capaz de ablandarlo.Fabián levantó la cabeza y sonrió, pero había un cansancio raro en sus ojos.Una tristeza que no sabía esconder.—¿Qué pasa, mi niña?Josel
Pasaron los meses como si el tiempo se hubiera vuelto blando, redondo, lleno de ternura.El embarazo de Joselín fue como un remanso después de la tormenta.Hubo días de miedo, sí.Hubo noches de insomnio y alguna lágrima suelta por cosas que ya no dolían, pero que habían dejado huellas.Pero sobre todo, hubo amor.Un amor sereno, fuerte, comprometido.Stephen era su escudo, su compañero, su paz.Y Joselín era luz, alegría, valentía.Y así, cuando llegó el día, fue como debía ser:Felipe nació por parto normal, con un llanto fuerte y un cuerpo sano.Dos kilos ochocientos.Grande para ese cuerpito delicado de su madre, pero perfecto, hermoso, amado desde antes de tener nombre.Joselín fue una campeona.No gritó. No dudó.Solo empujó con el alma.Porque sabía que al otro lado de ese dolor, estaba lo más grande que jamás conocería.Stephen lloró sin vergüenza.Besó su frente mil veces.Sostuvo su mano hasta que los dos temblaban.Y cuando escuchó el primer llanto de su hijo, algo dentro d
Capítulo:El Sí Más EsperadoEl cielo estaba despejado.Un azul sereno se extendía sobre Alicante como una bendición, mientras una brisa suave acariciaba las flores del jardín donde todo estaba listo.Un altar sencillo, blanco, cubierto de flores silvestres y luces colgantes como luciérnagas…Y los bancos rodeados de los rostros más amados.Después de tantos caminos, de batallas y nacimientos, Joselín y Stephen estaban por dar el "sí".No era el comienzo de su historia, pero sí la coronación de una vida tejida con amor, lucha y verdad.Mateo y Paula fueron los primeros en llegar.Ella, con la pancita de cuatro meses apenas visible bajo un vestido vaporoso color malva, no paraba de sonreír.—¡Ay, Jose! —le dijo entre abrazos—. Tu boda y mi panza creciendo al mismo tiempo… ¡esto es una novela!Joselín la abrazó fuerte.—Y con final feliz, amiga.Luego llegó Eleonor, de la mano de Sergio, y con su hijo de cuatro años que no dejaba de correr entre las sillas.—¡Mi lobo alfa favorito! —gri
Capítulo 1: Golpeado por la realidad El motor del auto rugía suavemente bajo sus manos temblorosas. Emanuel Ferreira tenía los nudillos blancos de tanto apretar el volante, pero ni siquiera se daba cuenta. Toda su atención estaba en la entrada del hotel, donde el mundo que había construido en su cabeza se derrumbaba en cuestión de segundos. Allí estaba ella. Georgina López. Su secretaria. Su amante. La mujer con la que, hasta hace unas horas, había compartido una noche de pasión desbordante, la misma que lo había envuelto en promesas susurradas en la penumbra de una habitación de hotel. Y ahora, ella salía de ese mismo lugar… con otro hombre. Un vacío helado le recorrió el estómago. Era una escena sacada de sus peores pesadillas. Georgina se veía impecable, con el vestido negro que él mismo le había quitado la noche anterior. Cada paso suyo era seguro, confiado, como si no tuviera ni una gota de culpa en su sangre. Como si él jamás hubiera existido. Pero lo peor no era verla. E
Capítulo 2: La Trampa de Georgina Emanuel golpeó la puerta con furia. Una. Dos. Tres veces. El sonido retumbó en la noche silenciosa, un eco de su rabia contenida. Su pecho subía y bajaba con fuerza. Su respiración era errática. La traición lo carcomía desde adentro. Dentro de la casa, había un murmullo. Luego, pasos apresurados. La puerta se entreabrió con cautela. Y allí estaba ella. Georgina López se apoyó contra el marco de la puerta, con el cabello despeinado y los labios hinchados, como si acabara de levantarse. Sus ojos destilaban sorpresa… y una pizca de fastidio. —Emanuel… ¿qué demonios haces aquí? Su tono era una mezcla de incredulidad y molestia. Él no respondió. No podía. Porque detrás de Georgina, en la penumbra del pasillo, estaba él. Ismael. Su hijo. Descalzo, con el torso desnudo, con una expresión de desconcierto en el rostro. El estómago de Emanuel se contrajo con violencia. Un golpe seco y cruel. No podía ser. No podía ser. Pero estaba allí. En su ca
Capítulo 3 La Resaca de la Verdad Emanuel llegó a su casa con el cuerpo pesado y la mente destrozada. Apenas podía sostenerse en pie. No sabía si era el whisky que había bebido o el impacto de su sueño… o pesadilla. Todo se sentía demasiado real. Los pensamientos lo atormentaban, cada uno más oscuro que el anterior. Ismael. Georgina. Su propio hijo, involucrado con la misma mujer que él había tenido en su cama. El asco le revolvió el estómago. No podía ser cierto. Pero la angustia que lo carcomía por dentro le decía lo contrario. Entró en su habitación y cerró la puerta con fuerza, como si pudiera dejar todo lo que sentía del otro lado. Se quedó de pie en la oscuridad, respirando con dificultad. El pecho le dolía. Sentía que algo lo estaba ahogando por dentro. Se llevó las manos al rostro, intentando calmarse. Pero no podía. El peso de la incertidumbre lo estaba matando. Se dejó caer en la cama y miró el techo. Quería dormir, desaparecer, dejar de pensar. Pero su cuerpo
Capítulo 4 : La inquietud de Verónica El bar había quedado en silencio, salvo por el murmullo lejano de la música y el sonido de los vasos chocando en la bandeja de Marta. Pero en la cabeza de Verónica, el eco de la conversación con Emanuel seguía retumbando como un grito mudo, como una herida abierta que se negaba a cerrarse. Había atendido a muchos hombres dolidos, muchos que buscaban ahogar sus penas en alcohol y palabras arrastradas por el whisky. Pero Emanuel Ferreira no era como los demás. Había algo en su historia que la golpeó con una intensidad inesperada, que la dejó inquieta, con un nudo en el estómago que no podía ignorar. Su hijo. No era solo el engaño lo que lo destrozaba, sino la traición en su forma más cruel. Verónica lo había visto en sus ojos, en la forma en que apretaba los puños sobre la barra, conteniendo una rabia que amenazaba con devorarlo desde dentro. No le dolía solo la infidelidad, sino la certeza de que su hijo estaba con la misma mujer que él había am