La noche de la gala en Étoile no solo iba a ser un despliegue de arte y belleza, sino también una declaración de guerra. Pamela sabía que lo que estaba por hacer no tenía marcha atrás: al exponer públicamente a Luciana, Iván y Lina, pondría en riesgo mucho más que su reputación… pero también terminaría de romper las cadenas que la habían mantenido cautiva en su propia vida.
El salón principal de la escuela estaba iluminado como un cielo despejado y lleno de estrellas. Candelabros de cristal proyectaban destellos dorados sobre las paredes de mármol claro, y el aroma de flores frescas—lirios blancos y peonías—llenaba el aire. Cada mesa estaba cuidadosamente dispuesta, con manteles de seda, copas relucientes y un programa impreso con letras doradas:
Pero esa noche, el viaje sería mucho más que artístico.
Cristhian, impecablemente vestido con un esmoquin negro, la observaba desde una esquina, su mirada fija en ella como si supiera que Pamela estaba a punto de hacer algo más que encabezar