Adriano acarició suavemente con la punta de sus dedos su labio inferior, mientras se relamía el suyo propio, y Angelina contenía la respiración como si con eso pudiera tomar el control absoluto de sus estúpidos impulsos.
— No sabes lo que me haces Angelina, ¡En verdad no tienes idea! Nunca mujer alguna me había dominado tanto como tú — Dijo convencido, pero ella no se lo creyó.
— Dominado no es la palabra que yo usaría — Ella replicó reuniendo fuerzas para hacerlo.
— Dominado es la palabra que lo define mejor, nunca había cometido tantas tonterías por una mujer.
— Y seguramente nunca habías obligado a ninguna monja a contraer matrimonio — Le escupió a la cara con desprecio.
Él sonrió de nuevo.
— No, es la primera vez, y me está gustando.
— ¿C&oac