La nave seguía ganando altura y Sofi tenía atragantada la pregunta que había dejado en el aire, pero tuvo que esperar hasta llegar al helipuerto para que Antón pudiera contestarla.
— ¿Vas a explicarme lo último que me dijiste en la mansión antes de salir?
— Sí, por supuesto, amor… — Él sonrió — Ella estaba muy herida, dudando del amor de Adriano, es normal, Adriano es un hombre difícil y lleno de traumas. Nunca pensé que pudiera tener una relación tan estable con una mujer como hasta ahora, de hecho, me sorprende…
— Estás cambiando el punto.
— No, es el mismo punto, ella estaba desesperada, había llorado tanto que estaba dormida sobre la paja en los establos cuando llegué.
— ¡Oh!
— Sí, la pobre estaba destrozada. Y cuando la desperté para que viniera conmigo, ella comenzó a llorar de nuevo.
— Comprendo, quisiste darle esperanzas.
— Sí.
— Y él lo malinterpretó todo.
— Si…
— Pero no te creyó a ti que le has salvado la vida tantas veces… eso me duele y me molesta mucho.
— Fue un impulso,