El frío se colaba por las hendijas de las paredes de madera del establo y Adriano se frotaba los brazos con intensidad intentando entrar en calor y volverá a sentir de nuevo sus dedos, aunque por ahora no sabía que era más incómodo, la fuerte presión en el pecho o intentar mover las manos.
Estaba preocupado, el frío era tan intenso que se le durmieron las piernas, cuando Angelina lo ayudó a ponerse de pie fue doloroso, era como si el hielo se le hubiera metido en los tuétanos y se le dificultaba incluso respirar.
Angelina luchó por cruzar con Adriano hasta el otro lado el rosal, los fríos vientos los golpearon con fuerza y de pronto, algo parecido a una lluvia fina comenzó a caer sobre ambos calándolos hasta los huesos.
La joven estiró una mano para comprobar lo que más temía. Nieve.
La primera nevada había llegado, y ella se encontraba e