Punto de Vista Rose
El sol ilumina tenuemente la habitación, pero mi corazón está hecho pedazos. Abrazo mis piernas, hundiendo el rostro entre las rodillas, y dejo que las lágrimas corran libres. Intenté ser fuerte, mantener el control, pero al verlo… todo se vino abajo.
Recuerdos. Tantos recuerdos.
El primer roce de sus manos, su risa, nuestras noches compartidas bajo la luna. Y luego, el silencio.
La muerte de Mura lo cambió todo. Él se fue, sin mirar atrás, sin una palabra. Solo el vacío quedó detrás de él.
Lo amo, y sé que él también me ama. Pero su partida me desgarró el alma. Lo que hizo no fue por cobardía; lo sé. Fue por protegerme. Y eso duele más que el abandono.
La puerta se abre suavemente. Rubi entra, sus pasos son ligeros, pero su mirada me atraviesa. No dice nada; simplemente se acerca y me abraza.
Yo me aferro a ella, y en ese abrazo dejo ir todo el dolor contenido. No sé cuánto tiempo pasa hasta que, finalmente, levanto la cabeza.
—Ya, mi Rose —dice R