No puedo dejar de pensar en lo que Kian dijo. Cada palabra retumba en mi mente como un eco persistente, recordándome que hay cosas que no puedo comprender y que, al parecer, no debo intentar comprender. "Si me tocas, no habrá vuelta atrás."
La advertencia es clara, y aunque trato de no dejar que su amenaza me consuma, no puedo evitarlo. Los días han pasado, pero la sensación de su presencia sigue en el aire, como un perfume embriagador que no desaparece, no importa cuánto lo intente. Me encuentro atrapada entre el deseo que me consume y el miedo a las consecuencias.
¿Qué haría si me entregara? ¿Qué haría si cediera al deseo que sigue acechando mi cuerpo? Estoy parada en el borde de un precipicio, con un solo paso que podría cambiar mi vida para siem