Una vez que Ana dejó mi equipaje en el mueble, aunque me alegró que el dormitorio fuera solo para mi, yo lo que deseaba más que nada era ver a Lucas porque era la única razón por la que había aceptado todo aquello y sobre todo aquel ridículo contrato matrimonial.
—-- Señora, el pequeño Lucas está en el dormitorio acostado en la cama ¿desea contarle usted su cuento preferido esta noche? —- me pregunto la mujer, dando un vuelco a mi corazón de alegría.
—- Si, si me da permiso si me gustaría contarle el cuento —- respondí llena de felicidad.
Al entrar en el dormitorio de Lucas, enseguida el pequeño me miró sonriendo levantandose de la cama para venir hacia donde yo estaba abriendo sus brazos para darme un abrazo, como yo hice cuando lo pude coger en mis brazos.
—- Hola Keira, te he echado de menos —- me dijo mientras me abrazaba el pequeño.
—- Yo también mi amor te he echado de menos, pero ya estoy aqui, asi que venga túmbate en la cama, que ya es hora de dormir — le dije.
Lo tumbé en su