Cuando Reed me dijo que debía mudarme a la casa de invitados de los O”Brien y que Mario quería verme por la noche a solas con él, sentí de pronto una presión en mi estómago, que me hizo tener ganas de vomitar en el mismo restaurante por los nervios. Respire varias veces intentando tomar algo de aire porque sabía que ese ya era el principio de mi destino.
—-- De acuerdo Reed, entonces creo que ya deberíamos irnos, no queremos llegar tarde ¿verdad? el señor O'Brien se podría enfadar —- le dije alzando una de mis manos.
El asistente pagó la cuenta del restaurante marchando los dos seguidamente a la calle, acercándonos hacia donde Reed tenía su coche aparcado. Después de abrir la puerta para que me sentara dentro, rodeó el vehículo sentándose él en la parte del conductor. Al llegar a la tienda de ropa, yo estaba aun mas nerviosa puesto que nunca me pude comprar unos vestidos tan caros, aunque si que eran preciosos pero me sentía mal al ver los precios tan caros que tenían esos precioso ve