Sofía se encontraba en la cocina, ligeramente distraída, cuando su teléfono comenzó a sonar sobre la mesa de la isla. Al ver el número en la pantalla, suspiró aliviada. No era raro que las consultas se reservaran con días de anticipación, pero finalmente había logrado conseguir una cita en la clínica ginecológica de la Doctora Marin para hablar sobre métodos anticonceptivos. La necesidad de tomar control sobre su cuerpo y sus decisiones la había estado carcomiendo por días, y ahora se encontraba decidida a seguir adelante.
—Hola, buenas tardes. ¿Cómo puedo ayudarte? —respondió la voz amable del recepcionista, rompiendo el silencio de la cocina.
—Buenas tardes. Me gustaría hacer una cita para una consulta ginecológica. La razón sería para hablar sobre opciones de protección, métodos anticonceptivos —respondió Sofía, tratando de sonar calmada, aunque la nerviosidad del momento le hacía acelerarse el pulso.
La conversación siguió con algunas preguntas sobre su historial médico, su fec