3 DÍAS DESPUÉS
La madrugada cayó una vez más sobre Madrid como un velo oscuro y húmedo. La Residencia Fort permanecía en silencio, pero en su interior, algo se estaba desmoronando.
Eran las 2:43 de la mañana cuando Naven abrió los ojos con un sobresalto. La respiración agitada, el rostro empapado en sudor, el cuerpo rígido como si hubiese sido azotado por una tormenta invisible. La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por el tenue resplandor de la luna que se filtraba por la ventana.
Se incorporó lentamente, la camiseta pegada a la piel. Sentía el corazón latiéndole en la garganta. Volvió a escucharla. Una voz. Una voz que no estaba allí.
— Naven Forr, la perderás.
Naven giró el rostro bruscamente hacia la puerta. Nada.
Una gota de sudor descendió por su sien.
—¿Quién está ahí? —preguntó, casi en un susurro, con los puños cerrados.
Silencio.
A su lado, Sofía dormía profundamente, ajena al infierno que comenzaba a devorarlo desde dentro.
Se puso de pie, avanzó hasta