Aisha sintió cómo la presión del aire a su alrededor disminuye. Aunque su cuerpo aún estaba débil, sus pasos comenzaron a recuperar firmeza. Skiller intentó detenerla, su voz teñida de preocupación.
—¡Aisha, no puedes ir sola! —gritó mientras ella avanzaba, apartándose con una mirada decidida.
—Si no regreso, Sanathiel y Varek morirán. Y eso no lo permitiré.
La determinación en su voz fue un golpe seco. Skiller se quedó inmóvil, incapaz de replicar. Aisha corrió hacia las imponentes puertas al final del pasillo. Las p