66. LA BESTIA
La euforia estalló de manera colectiva. El asombro de mis tropas duró apenas un segundo, y luego vino la marea: moral en alza, ojos encendidos, esperanza salvaje. Poca cabida tenía la lógica habitual en estos días y ellos ya se estaban acostumbrando a eso.
Todo había iniciado hace un par de meses con la aparición de simples exiliados y luego le siguieron los lobos locos. La brutalidad de los ataques había escalado a tal grado, que nos llevó a descubrir la existencia de un virus creado de propagación rápida entre exiliados, pero que solo afecta al resto de licántropos cuando es inyectado. Eso era extraño, pero de alguna manera entendible, hasta que lo místico entró en escena.
El pelaje plateado de Mara, la loba de Lyra, fue tomado por todos como un buen presagio y lo reforzó cuando mi Luna mostró de manera abierta sus habilidades. La propiedad de estabilizar a los lobos locos y traerlos a la cordura era de por sí un hecho increíble, pero verla combatir como si nada a las nuevas armas m