67. LOBOS ROTOS
Me alejé de la habitación sin mirar atrás.
Cada paso que daba por los pasillos del ala médica resonaba con el eco de la impotencia. No me gustaba alejarme de ella, pero sabía que en ese momento no podía hacer más. Ya había gritado su nombre. Ya había suplicado en silencio. Ahora... solo quedaba esperar.
Mis botas resonaban con un ritmo grave cuando tomé el camino hacia la morgue. Allí no solo reposaban los cuerpos destrozados de mis hombres caídos, sino también los restos del enemigo. La muerte no distingue bandos, solo cobra lo que se le debe.
El ambiente era gélido, como debía ser, pero el frío no venía de las cámaras ni de los cuerpos. Venía de dentro. De ese rincón vacío que se abre cuando entierras a tus hermanos antes de tiempo.
El proceso de identificación avanza lento. No los presiono. Bastante tienen con recoger pedazos de historia entre cadáveres y cenizas. Los híbridos trabajan sin descanso, pero hay cosas que ni su ciencia ni su magia pueden acelerar.
—Alfa —dijo uno de el