65. EL DESTINO DESPIERTA CON SANGRE
—Lo descubrí por casualidad —dijo Lyra mientras tomaba el libro con cuidado y pasaba a las últimas páginas—. Me pareció extraño que estas hojas estuvieran en blanco. No importaba cuánto las mirara, incluso a contraluz... no podía ver nada.
Frunzo el ceño, sin entender. A mi lado, el anciano Mirra tiene la misma expresión perpleja. Me inclino para ver las páginas, pero siguen tan vacías como siempre. Entonces me arriesgo a preguntar:
—¿Tú ves algo ahí, ahora?
Una sonrisa apenas perceptible aparece en sus labios. Antes de que pueda decir algo más, me toma por sorpresa: saca una pequeña daga y se hace un corte en la palma.
—¡Lyra! —le tomo la mano de inmediato, guiado por un impulso feroz—. No vuelvas a hacer eso sin avisar.
Sin pensarlo, llevo su herida a mi boca y paso la lengua por ella. El corte se cierra al instante, y el contacto íntimo me sacude como un eco instintivo. Ella me mira, pero no protesta.
—Es un sello activado por sangre —interrumpe el anciano, fascinado, ignorando por