31. RUTINAS Y LA IDEA DE UNA DEMANDA
Han sido días de relativa calma, una tregua inesperada que he decidido aprovechar junto a Lyra. Aún no hemos cruzado esa línea de intimidad física, pero no me importa. Lo único que deseo es verla recuperarse. El médico fue claro: necesita reposo, silencio, estabilidad. Y eso es lo que pienso asegurarle, cueste lo que cueste.
Por ahora, estamos construyendo rutinas. Pequeños hábitos. Tal vez eso sea más íntimo que cualquier otra cosa. Aunque no siempre logro escaparme a la hora del almuerzo, he hecho sagrado nuestro tiempo en la cena. No importa cuán agotador sea el día: siempre regreso a casa para estar con ella.
Empiezo a conocerla de verdad. Descubrí, por ejemplo, que detesta lo picante pero adora los postres —sobre todo los que llevan canela—; que no tiene paciencia para los acertijos, pero sí una habilidad absurda para los juegos de mesa. No recuerdo la última vez que me senté a jugar alguno —probablemente en mi adolescencia—, pero Lyra y Brina lograron arrastrar a Clark y a mí a