11. SU NOMBRE ES MARA
La sala estaba cargada de una tensión que recordaba demasiado bien: el mismo aire denso de los antiguos salones universitarios, el crujido ocasional de una silla, el roce leve de un lápiz sobre el papel. Frente a mí, un largo cuestionario, betas vigilantes patrullando con la mirada, y un silencio que parecía gritar por sí mismo. El primer reto —supuestamente crucial para elegir a la Luna de Lunas— no era más que un examen.
Absurdo.
¿Cómo se supone que este tipo de prueba puede definir algo tan esencial? Eran preguntas básicas, sobre humanidad, lógica, incluso sentido común. ¿Quién podría fallar en algo así? Suspiré con frustración y tomé el lápiz 2B que me habían proporcionado. No había más que hacer que responder a mi mejor juicio.
Una vez terminado, el tiempo libre se presentó como una oportunidad para caminar. Lo aproveché, no solo para matar las horas antes del almuerzo, sino con la esperanza de distraer mi mente. Esa noche tendría lugar el evento principal: el momento en que el l