Pasó una hora y la pareja se escuchaba que hablaban muy acaramelados. Su mano lastimada ya comenzaba a dolerle a Abril, pues, su hora de tomar el medicamento había llegado y ella aún encerrada. Alejandro parece que tuvo compasión de ella y le pidió a su prometida que fuera a la cocina y pidiera que le trajeran fruta picada. En ese momento, Abril salió de su escondite sin siquiera voltear a ver al hombre acostado en la cama; sin embargo, él la hizo detenerse.
—Lamento haber mentido al decir que no amo a mi prometida. La verdad es que, nos conocemos desde jóvenes y nuestro amor cada día crece más.
—Eso a mí es algo que no me importa en lo absoluto, pero siempre te daré mis más sinceras felicitaciones—. Expresó para luego alejarse.
Más tarde también llegaron sus amigos y desde entonces Abril no volvió a salir de su habitación para que nadie descubriera que viven en la misma casa y fingen no conocerse.
—Puedes venir un momento, por favor—. Pidió Alejandro en un mensaje de texto.
—¿Qué qui