La enfermera le dejó su teléfono y salió a buscar prestado otro para llevárselo a Abril. Ella le dijo: —señorita, tengo una videollamada para usted, es necesario que la atienda.
—¿De quién se trata?— preguntó Abril frunciendo el ceño, pues no tenía a nadie que la llamara o que estuviese preocupado por ella, pero aun así tomó el teléfono que la enfermera le ofreció.
—Pequeña, ¿cómo te sientes?— preguntó Alejandro. A ambos se les dibujó una sonrisa al ver que el otro está con vida.
—Lamento mucho lo que pasó, es mi culpa que ahora estés así. Si tan solo hubiese manejado como una persona normal no estarías ahora recibiendo atención médica en un hospital e incapacitada—. —Lo lamento tanto, no te imaginas cuánto, pequeña—. Finalizó, él se muestra muy consternado.
Dos días más tarde le dieron el alta a Abril. Ella fue a casa mientras que Alejandro continúa hospitalizado pero recuperándose satisfactoriamente.
Una semana después y luego de dos operaciones, Alejandro pudo volver a casa y lo pr