Sentí que algo en su mirada había cambiado.
Terminamos nuestra segunda taza de café y cuando menos lo pensamos la cafetería estaba a punto de cerrar.
—Tengo que irme
—No, espera… —interrumpió Lucien —aún no hemos terminado nuestra cita.
Parecía que buscaba retenerme.
Hasta hace un segundo, Lucien hablaba como un guerrero entrenado, frío y letal. Pero tras revelarme lo de los Fatuum Noctis, hubo una pausa… una especie de vacío extraño entre sus palabras. Me observó en silencio por unos segundos más de los necesarios. Con atención. Como si algo no terminara de encajar. Como si yo no terminara de encajar.
Me obligué a sonreír con ligereza.
—¿Qué pasa? ¿Vas a decirme que me ves cara de amenaza ancestral?
Lucien entrecerró los ojos. Y aunque su sonrisa fue inmediata, algo en ella tenía filo.
—Quizá sólo te veo cara de… problema interesante —respondió, y su voz se deslizó por mi piel como terciopelo con una promesa peligrosa.
Sus palabras tenían doble filo. Y yo lo sabía.
Pero en vez de in