Doce hombres de Antonio habían participado en la operación contra Markel que había salido mal, entre ellos doce debía estar el supuesto traidor del que sospechaba Mad. Terminó de revisar los documentos que le habían enviado algo decepcionado. Los movimientos bancarios de los sospechosos no revelaban nada irregular. —Tal vez todavía no le pagan —supuso K, su informante—. También puede tener una cuenta en un banco extranjero, eso será más difícil de averiguar, pero no imposible. Si le pagaron en efectivo será prácticamente imposible que lo descubramos.—¿Y el registro de llamadas?—En eso estoy actualmente. He revisado a cuatro, incluyendo sus mensajes de texto. Me tardaré al menos una semana en terminar con todos. Era mucho tiempo. Mad esperaba que las maniobras de la gata resultaran más efectivas.—Uf, eso estuvo magnífico —exclamó Eddie. Se limpió con el brazo el sudor de la frente y buscó algo en el cajón de su velador—. Había olvidado lo divertido que es jugar con perras callejera
La tibieza de las aguas volvió a envolver a Amalia, meciéndola como en una cuna. No quería abrir los ojos y descubrir que seguía en el piso de Eddie; no quería ver el ser grotesco y nauseabundo en que se había convertido. Un cosquilleo en un pie la hizo abrir los ojos por fin. Debía seguir en su viaje porque se encontró con Mad, aunque el muelle era ahora un baño y el mar, el agua de la tina en la que estaba metida. —Olías terrible y no iba a tocarte después de lo que pasó la última vez.El cosquilleo que la despertó era Mad tallándole un pie con una esponja. —Estoy desnuda —observó ella. Su voz era lenta, su cabeza pesaba demasiado.—Así es, la gente se baña sin ropa. —¿Me la quitaste tú?—No veo a nadie más por aquí. —Harás que me sonroje...Mad sonrió. —Podría esperar toda la noche a que eso ocurriera, pero ya es tarde —fue por una toalla al estante que había detrás de la puerta y se la dio. —Ana es muy afortunada. Ella conoce tu mejor lado. Éste es tu mejor lado, ¿no? Lo est
Amalia dejó una taza de té sobre el escritorio. Negro y con canela, así le gustaba a Mad.—¿Haces papeleo para la policía?Casi dos horas llevaba él encerrado en su despacho frente a la computadora. —Investigo —repuso, sin distraerse. —¿Algo confidencial?—Todo lo que hago es confidencial. —¿Puedo ayudarte en algo?—En nada de momento.Pese a aquella respuesta, Amalia permaneció allí. De vez en cuando Mad apartaba la vista de la pantalla y se encontraba con los ojos de la gata fijos en él. Su mirar insondable guardaba el mismo misterio de una laguna oscura. —¿No tienes nada que limpiar? —No hay trastes en la cocina, los pisos están relucientes, los cristales de las ventanas brillan. ¿Quieres que me vaya? ¿Acaso te desconcentró?—Para nada, pero pareces aburrida.Amalia fue hasta el librero. Tocó con su dedo los lomos mientras leía los títulos. Cogió un libro sobre plantas, algo que creyó que entendería entre tantos de medicina. Definitivamente Mad pensaba en todo. Ana jamás sospec
Mad seguía presionando las heridas de Ana cuando los paramédicos llegaron. Para sus suegros ya era tarde, pero ella luchaba por su vida pese a la gravedad de sus heridas. Él la acompañó en la ambulancia y sólo se separó de su lado cuando la ingresaron a la unidad de urgencias en la clínica. El propio Antonio llegó a verlo a la sala de espera, demostrando una vez más que tenía ojos y oídos en todas partes. —Luces terrible, chico."Casi como ese día", completó el hombre en su mente. Mad tenía sangre hasta en el cabello y expresión ausente, de muerto en vida. Lo más bueno, puro y hermoso que tenía estaba a un paso de desvanecerse y él sólo podía estar allí, esperando, como había esperado junto al lecho de su madre enferma. El tiempo había pasado, él había crecido, se había vuelto fuerte y el dinero ya no le faltaba, pero se sentía tan indefenso e impotente como en aquel entonces. —¿Crees que hayan sido los hombres de Markel? —preguntó Antonio.De pronto la parálisis mental que había r
Terminadas las compras, Mad y Amalia se sentaron a la mesa de la cocina a comer las galletas que entre ella y Ana habían preparado. Mad las estudió con atención antes de probarlas. En una bandeja había unas galletas preciosas, con formas bien definidas y finamente decoradas con las figuras que un colorante dibujaba sobre ellas; en la otra había unas que intentaban parecer redondas, con chispas de colores desparramadas sobre ellas y otras de chocolate embarradas por doquier. No necesitaba ser un crítico gastronómico para saber que las segundas parecían vómito de perro. Tampoco necesitaba ser detective para saber cuáles había preparado su delicada Ana y cuáles eran de la gata. No importó que llevara a la mujer a las mejores tiendas, ella se las había arreglado para escoger siempre las prendas más feas o las que menos le favorecían. Su gusto espantoso le produjo jaqueca y se tomó la molestia de escoger por ella cada vez que pudo, para salvarla del desastre de vestirse sin gracia. Ahor
Terminadas las compras, Mad y Amalia se sentaron a la mesa de la cocina a comer las galletas que entre ella y Ana habían preparado. Mad las estudió con atención antes de probarlas. En una bandeja había unas galletas preciosas, con formas bien definidas y finamente decoradas con las figuras que un colorante dibujaba sobre ellas; en la otra había unas que intentaban parecer redondas, con chispas de colores desparramadas sobre ellas y otras de chocolate embarradas por doquier. No necesitaba ser un crítico gastronómico para saber que las segundas parecían vómito de perro. Tampoco necesitaba ser detective para saber cuáles había preparado su delicada Ana y cuáles eran de la gata. No importó que llevara a la mujer a las mejores tiendas, ella se las había arreglado para escoger siempre las prendas más feas o las que menos le favorecían. Su gusto espantoso le produjo jaqueca y se tomó la molestia de escoger por ella cada vez que pudo, para salvarla del desastre de vestirse sin gracia. Aho
Estimados lectores, me dirijo a ustedes para disculparme por la larga ausencia. Ya se han corregido los capítulos que tenían problemas. Sin embargo, la aplicación se ha tardado en actualizarlos. De hecho, los últimos dos siguen sin aparecer corregidos, así que una vez que esto ocurra, se subirán nuevos capítulos, para que no pierdan detalle de la trama. Para acceder a los capítulos ya corregidos, recuerden borrar la caché de la app y volver a agregar la historia a sus bibliotecas. Podrán leerlos sin problemas. Lamento los inconvenientes que lo anterior pudo causar. Nos leemos pronto.Saludos y gracias por leer.
El sueño de la joven Úrsula Narváez siempre fue brillar como una estrella, en lo más alto del mundo del cine, la televisión o el teatro, pero como suele ocurrir, toda heroína tiene un enemigo y todo sueño se enfrenta a la dura realidad cuando se despierta.Quien despertó a Úrsula fue un siniestro y codicioso hombre apodado "Dedos de oro", un afamado director y productor de cine que convertía en oro todo lo que tocaba, de ahí su creativo apodo. El problema fue que quiso tocarla a ella y acabó recibiendo un potente puñetazo cuando sus ávidos dedos de oro se colaron bajo su falda."¿Acaso no sabes cómo funciona este mundo, querida? Nadie te contratará jamás si yo lo digo, hoy has sepultado tu carrera de actuación para siempre". No conforme, Úrsula le dio una patada en la entrepierna, subestimando el poder de las malignas influencias del hombre, que se extendían como raíces por toda la industria del espectáculo. "Lo siento, Úrsula, estamos buscando a alguien que sea más alta"."¡Puedo us