—Llegaré tarde esta noche —ella me mira con decepción.
—¿Otra vez? Hace tres días estuvimos juntos, y cómo siempre tienes ganas... ¿de verdad no estás acostándote con nadie? —su voz suena preocupada.
—Sol... simplemente hay mucho trabajo que hacer, y llego muy cansado a casa. Estás actuando como una esposa. Relájate un poco —balbuceó, intentando negarlo antes de hablar.
—N-no estoy actuando como nada, s-simplemente tenemos un trato y debes cumplirlo—
—No te engañaré, si es lo que estás pensando... Es solo trabajo...¿o acaso extrañas mi lengua en tu vagina?—se sonroja y mira a otro lado.
—¿L-le llamas trabajo a matar personas?—inclina el rostro y me evade la pregunta.
—No siempre mato personas... A veces solo hago cosas básicas, como llenar papeles, reuniones, etcétera. Pero respóndeme, ¿me extrañas ahí abajo o no?—
El silencio se instala un breve instante, hasta que ella lo rompe.
—Sí...un poco—me muerdo el labio inferior.
—¿Que tanto estarías dispuesta a ofrecer por tener mi lengua c