—¡Happy Birthday, baby's!—
Sonrío para la foto. Dan intenta atraparme la cara con un gesto molesto, y Sael sonríe con delicadeza, llevando sus manitas a la boca.
Dan llora si lo corriges y no cumples sus caprichos. Es el bebé que más agua de beber me ha dado. Este niño heredó toda la "paciencia" de su papá.
Pero eso no quita que sea tierno y me adore. Siempre quiere estar sobre mí, dándome sus besos mojados de baba.
Han crecido tanto que me duele. Hace apenas unos días yo lloraba en las madrugadas junto a ellos,
furiosa porque cambiaba un pañal y, al segundo, lo ensuciaban otra vez.
O estresada porque, cuando lloraban, mis pechos se derramaban y manchaban todas mis camisetas.
O por que no dormían en las madrugadas.
Este camino ha sido tan duro para mí, sola, pero he aprendido a caminar en el.
Ya mis hijos tienen un año de vida. Y hace dos años me llené de valor: decidí abandonar Estados Unidos, vivir aquí en Oslo y realizar mi vida.
Me he dedicado a la pintura, y con eso he mantenido