Mi Sol. Mi Sol de las mañanas... qué hermosa es.
Puedo pasar horas viéndola y no me canso.
—Ah... —gime debajo de mí, en silencio.
Desde que estamos juntos, me olvidé por completo de las prostitutas y todo lo que hay fuera de mi casa. Alcohol, noches locas, sexo desenfrenado.
—¡Uh! Dante...me estás volviendo loca—
Estoy siendo suave, delicado... y eso la enloquece. El efecto es más profundo, más delicioso.
—¿Más duro o más lento? —le susurro, abrazándola desde arriba.
Soporta todo mi peso, y aún no entiendo cómo.
—S-sigue así... no te d-detengas...—
Así como es de bonita, así mismo son sus gemidos.
No es obseno, como las putas que fingen, aunque es difícil fingir conmigo.
Ella es delicada hasta haciéndome el amor.
Sí, porque esa palabra "hacer el amor" no la conocía hasta que llegó ell a mi vida.
—No lo haré —le prometo, moviendo la cintura con lentitud, profunda, entrando más de la mitad.
El sucio sonido de mis embestidas es una maldita delicia.
Y el roce de mi carne en sus paredes..