—¿Crees que puedes venir a mi casa e invadir lugares donde nadie te ha dado permiso para estar?—
—¿Desde cuándo te gustan las mujeres como ella? Escuché un rumor de que habías intercambiado un pago y pensé que era mentira.—
—¿Escuchaste un rumor, eh? Ja. ¿Y por qué te importan mis gustos?—
—Mmm... Me gusta ella. Es guapa, aunque algo me dice que no es tan adulta.—
—Piérdete, Camilo. Alguien como ella jamás se fijaría en ti.—
—¿Y en ti sí?— La risa burlesca le encendió la rabia, le hervía la sangre que se burlara.
Él ha vivido odiando a los ricos. Les guarda resentimiento. Desde niño conoció el dolor de las calles, y para él, los de clase alta siempre fueron una escoria disfrazada.
Lo confirmó cuando entró al mundo de sangre, balas y asesinatos: todos se ven perfectos en las fotos familiares, pero sus fetiches y vicios son grotescos.
Se esconden tras fachadas felices mientras su inmundicia se desborda en la intimidad. Usan a sus hijos como escudos para ocultar que son adictos,