Adrián.
Estaba exhausto. Anhelaba, más que nunca, un instante de paz.
Fui directo a mi habitación y me serví un vaso de whisky, el único refugio inmediato para calmar el desasosiego. Durante la última semana, Romina se había tornado insoportable, insistente, consumida por sus inseguridades. No aceptaba mi decisión y su obstinación crecía día tras día. Sabía lo peligrosa que podía ser si decidía volverse letal, por eso debía actuar con cautela.
Me tumbé en la cama con un suspiro y di un sorbo a mi bebida. Mientras procuraba calmarme, el rostro de Victoria irrumpió en mi mente… y con él, el recuerdo del día en que nos despedimos.
—No pienso dejarte ir sin que desayunes —advirtió Tristán, con esa firmeza encantadora que a veces lograba desarmarme.—¡Mira la hora que es! Me olvidé completamente de mi padre… —revisé el móvil, angustiada—. Tiene varias llamadas perdidas.—Si te calmas y respiras, verás que ese problema ya está resuelto. Apostaría mi inmortalidad a que Abby y tu abuela ya habrán calmado a Albertico —dijo con tono despreocupado.—Tristán, no te refieras a mi padre de esa manera —le reclamé, con el ceño fruncido. Él sonrió.—Está bien, cariño. Lo dejaré… si me permites prepararte un desayuno en condiciones.—Te lo acepto porque, sinceramente, estoy hambrienta.—Entonces, en contra de mi voluntad, te dejaré para que te vistas. Tómate tu tiempo, te espero en la cocina —dijo, devolviéndome la sonrisa.Mientras me vestía, el delicioso aroma que flotaba en el aire me hizo imaginar una cocina digna de un hotel cinco estrellas. Tristán realmente se estaba esmerando. Sin embargo, aquel olor reconfortante pro
Tristán había experimentado una profunda inquietud tras mi abrupta partida. Temía que algún ente proscrito me emboscara en el camino. Sin embargo, a pesar de la calma que irradiaban aquellas bestias, me esforzaba por cargar con mi cruz con la mayor dignidad posible. Conduje con serenidad, confiando en la astucia de Abby para construir una coartada convincente.Me detuve frente a la casa de mis abuelos, estacioné el auto y me dispuse a bajar. Al verme, Alexandra salió corriendo, seguida de cerca por Abby.—¡Tienes mucho que explicarnos, pequeña escurridiza! —exclamó Alexandra entre risas, burlándose de las reacciones de mi padre.—¿Todo está bien? —pregunté con cautela.—Perdí la cuenta de las veces que tu padre llamó a la señora Esther —me informó Abby con un gesto de resignación.—¿Y qué le dijeron?—Inventamos una patética pijamada, pero no quedó muy convencido. Ahí es donde la cosa se complica…—¿Por qué lo dices?—Porque mi tío llamó a mi abuela para verificar nuestra historia y e
Victoria.Agradecí en silencio que la emboscada de mi padre no hubiera sido tan intensa como esperaba. Mi abuela realmente me había ayudado a suavizar el terreno, aunque, claro, él no era ningún ingenuo. Lo confirmé cuando, tras interrogarme con su habitual sutileza, mencionó que más tarde quería hablar conmigo sobre Tristán.—Me tranquiliza que tu papá no se puso pesado esta vez —comentó Abby, aliviada.—Creo que su nuevo romance con Rebeca tiene mucho que ver —respondí, dejando que una sonrisa se dibujara en mis labios.—Me suena que pronto van a sonar las campanas de boda —bromeó Abby.—Me alegra tanto saber que mi tío finalmente encontró el amor —dijo Alexandra con dulzura.—Y con la persona perfecta, nadie mejor que Rebeca —asentí.—¡Ya muero por conocerla! —exclamó Alexandra, visiblemente emocionada.—Te va a encantar, Rebeca es encantadora —le aseguré, convencida.Pero la calma de la charla no duró mucho. Alexandra, con su manera directa y sin filtros, fue al grano:—Ahora camb
Un grupo de tres Hijos de la Noche había logrado penetrar el escudo que los centinelas y yo habíamos conjurado, dejando claro que aquellos guerreros del mal no eran unos simples aprendices.La primera que reconocí fue a Kalia, quien me observaba con una mezcla de burla y odio. Junto a ella estaban Lavied y Leo, manifestando con cada gesto su deseo de torturarme. La maldad que desprendían era tan intensa que mis rabihats ardieron de inmediato.No pude evitar sentir miedo. Si habían logrado atravesar el refugio de protección en casa de mi padre, también serían capaces de destruir el escudo que protegía a Tristán.—¡¿Cómo diablos entraron aquí?! —reclamé, intentando mantenerme firme. Pero ninguno de los tres respondió.
—¡No es el momento oportuno! ¡Por todos los cielos! —mi voz se quebró como un cristal al borde del colapso—. Miren el caos que nos envuelve… Las paredes mismas parecen respirar desesperación. Leo despertará en cualquier instante, Bacco y Lavied detendrán la lucha, Cristian tiene a Kalia. Están conteniendo lo inevitable para que podamos actuar. ¡No desperdiciemos estos escasos minutos que nos quedan!—Este idiota arrogante vino a entorpecerlo todo —rugió Adrián, con una furia apenas contenida, como si cada palabra le quemara la lengua—. Ha arruinado el sacrificio de los míos, ¡todo por protegerlo a él! Es a Tristán a quien los oscuros buscan.Sus palabras calaron en mí como un presagio cumplido. Las palabras de Lavied… la
A veces me pregunto: ¿Cuáles son los significados de nuestra vida y cuál es nuestro verdadero objetivo en ella? Llevo un largo período de tiempo tratando de encontrar un sentido a esa pregunta… Lamentablemente, todavía no he obtenido respuesta. Durante la mayor parte del tiempo he caminado entre sombras, en caminos inciertos que me conducen a espejismos, en una supervivencia hueca e inactiva. A menudo he sentido la necesidad de tocar y sentir algo real, algo que me llene y me devuelva la paz; sin embargo, al ver a mi alrededor me doy cuenta de que la maldad es más sólida. En todos los lugares observo y oigo gritos de dolor; de nada sirve tener amor en el corazón cuando la oscuridad más profunda te consume y te lleva a caminos inesperados, un lugar que ni siquiera en tus sueños más oscuros has advertido e imaginado. Con solo tocarlo, podrá resquebrajar fácilmente lo que parece ineludible. Todavía sigo intentando sobrevivir, con mi alma destrozada; contemplando cómo se pier
Necesitaba caminar, deambular por la noche y unirme a todas las criaturas nocturnas en su vigilia, lugar al cual yo también pertenezco; al clan de los eternos que habitan en la soledad. Por ser un vampiro (hijo de la noche) podía oír la melodía de los espectros, ver los rostros pálidos de las criaturas que eran igual a mí, sonriéndole a la inmortalidad; sin embargo, yo a diferencia de ellos soñaba con la esperanza de encontrar un atisbo de luz en mis noches sin fin, aunque esa petición se había convertido en un deseo difícil de alcanzar. Aparque el coche en el margen de la carretera, en aquellas altas horas de la noche ya nadie transitaba, ni siquiera un alma. Me interné entre los densos árboles y matorrales que tapizaban las montañas de la desolada carretera; eso para mí era sumamente fácil, deslizarme bajo el amparo del sigilo, saltar hasta casi volar sin ser percibido. Nadie se hubiera atrevido a mirarme si me viera en ese instante. No era la forma en la que me elevaba por los
El avión ya había tocado tierra, mi corazón latía con fuerza; había estado cinco años fuera de mi país y todo había cambiado. Emily, Lucy, Rebeca, Abby y mis tíos llegaron a mi mente, sobre todo la voz de Abby, esta me hablaba: “Estaré en contacto contigo, estés donde estés.” —Ethan —susurré y saqué la foto que llevaba conmigo en mi bolso de mano, mi padre colocó su mano en mi hombro en señal de apoyo. Finalmente, estábamos bajando del avión, el trayecto me había hecho largo y no pude dormir en todo el trayecto. Mi padre era otra historia, había dormido como un bebé. Caminamos por los pasillos del aeropuerto después de mostrar los pasaportes y de ser revisados, salimos; mis lágrimas salieron con fuerza al oír el grito de Alexandra, giré y la vi con mi tío Andrés. Corrí hacia ellos para abrazarlos, mi tío me levantó entre sus brazos; siempre fue alto y de complexiones fuertes, parecía que levantara pesos todos los días, luego me bajó y me dio un gran beso en la frente. —¡Está